La primera semana fue eterna,
sentí como si tres otoños
enhebraran mis penas
y la tristeza devanara mis venas.
Perdí la cuenta de cuánto leí tu mensaje,
malgasté mis horas volviendo a tus fotos.
¿Cuántas alegrías tuve para ti?
¿Cuánto pesar quedó con tu encanto?
Supe adivinarte con ese poder que ciega,
con ese calor que a contracorriente
me revolcó los sentidos
y alteró mis latitudes.
No siempre será así
y la calma llegará.
Pero sin mermar mis ganas de llorar,
mi rabia corre con más fuerza.
La primera semana fue eterna,
pero no fueron tres otoños.
Las heridas quedaron frescas,
hilvanando desidias sanaran.