En los tiempos de mi vida toledana tuve la dicha de lograr uno de los sueños más maravillosos; hacer la Ruta del Quijote. Sin temor a equivocarme, afirmo que ha sido una de las mejores experiencias. Siempre la recuerdo con añoro y a menudo le cuento a mis amigos en cada ocasión posible. A quien lea esta entrada, le encomiendo lanzarse en esta aventura mágica. A continuación les muestro un escogido de algunas de las miles fotos que tomé.
Continuado con algunas de la ciudad de las tres culturas y una de las primera capitales ibéricas; Toledo…
El invierno pisando mis talones, los días cortos y las gélidas noches, me llevaron a Consuegra, allí donde moran los gigantes…
La reflexión y la necesidad de redención me ocultaron en Sierra Morena como a Alonso Quijana.
Un espíritu fortificado y unas ganas desenfrenadas de aventura me llevaron al terminal de autobuses de Calatayud de donde partí hacia Zaragoza.
De Zaragoza pasé a al hogar de mis ancestros y donde coincidieron don Quijote y Orlando; Tarragona.
Y para acabar la Ruta del Quijote llegué a la que fue mi casa por los próximos meses. Solo colocaré una foto pues las aventuras en Barcelona son dignas de epístolas y futuras entradas.